Reflexiones de campo
La importancia del trabajo de campo (PAPIME PE406119)
Por Fernando Hernández Sandoval (Lic. en Antropología, FCPyS-UNAM, especialidad Lingüística Antropológica)
En la mayoría de las ocasiones se obvia el trabajo de campo tanto en la antropología como en la lingüística. Pero no es algo tan sencillo, sí bien, es algo que caracteriza las disciplinas antes mencionadas, no significa que todas las personas que se dediquen a ello opten por realizar trabajo de campo. Como estudiante puede parecer complicado los primeros acercamientos, y por propia experiencia sé que no es difícil salir a hacer trabajo de campo, el problema es lograr tener un campo exitoso y a veces no depende del estudiante o del investigador, aunque es importante decir que en ocasiones sí depende de ellos.
El problema no se soluciona recaudando una gran cantidad de datos, ni mucho menos con corpus enormes que lo único que hacen es saturarnos de información, sino que hay que cumplir con los objetivos que se tengan en nuestras investigaciones, y para eso se supone que se hace el trabajo de campo. Pareciese sencillo, pero no lo es, ni siquiera el estar en la comunidad es garantía de que se pueda lograr, y claro, para ello hay que tener la voluntad de lograrlo y de trabajar.
Y justo fue el problema con el cual nos topamos en esta ocasión, ir a las comunidades y presentarse es difícil, sobre todo cuando se busca hacer una investigación de lenguas indígenas en México, ya que nos podemos enfrentar a los problemas del abandono de las lenguas indígenas. La práctica de campo tenía como objetivo documentar la lengua náhuatl en Chilchotla, Puebla, por lo cual necesitábamos encontrar nahuablantes, lo cual resulto ser una tarea algo complicada, a tal caso que la primera vez que fuimos, no logramos encontrar ni una persona que hablara la lengua. En la búsqueda de los nahuablantes nos mencionaban que los había. Solíamos escuchar cosas como <>, <>, <> este tipo de información es la que obtuvimos a la hora de buscar a los hablantes, uno esperaría que en el mejor de los casos hubiese una comunidad con la cual poder trabajar para poner las manos a trabajar, esto no significa que no hubiese hablantes, solo que los hablantes no es que fuesen parte de una comunidad que hablase náhuatl, sino de personas aisladas, por aquí por allá, y aun teniendo está información nunca pudimos localizarlos.
Probablemente el esfuerzo no fue suficiente, no obstante, es importante mencionar, que el tiempo que se le dedico no fue prolongado.
Una de las mayores enseñanzas de esta salida de campo fue el hecho de darse cuenta que, aunque los datos oficiales de las instituciones estatales señalan que hay hablantes de náhuatl en las regiones en las cuales nos estuvimos moviendo, no obstante, nosotros en nuestra búsqueda no pudimos acceder a ellos. Esto me da a pensar dos cosas, que los censos no son correctos y la cifra de nahuablantes cada vez es menos, o que las personas niegan aceptar que hablan el náhuatl por cuestiones políticas y para evitar la estratificación social por parte de los hispanoparlantes.
Otra cuestión importante para mencionar que hizo mermar nuestra búsqueda es que cuando se es estudiante y sales de campo con profesores no puedes accionar por cuenta propia y estas a disposición de lo que la autoridad con la que vas decida hacer. Aunque como estudiante no estés de acuerdo de como se hacen las cosas debes ceder y aceptar como se pretenda trabajar en campo. Existe una gran diferencia entre los antropólogos y los lingüistas a la hora de acercarse a las comunidades, lo sé por que lo he vivido de las dos partes al hacer trabajo de campo. Tal vez los lingüistas no siempre tienen el tacto correcto para involucrarse con las comunidades a diferencia de como lo hace un antropólogo social.
Así que la primera vez que se intentó encontrar nahuablantes no se logró por todos los errores cometidos a la hora de buscar hablantes del náhuatl. Es necesario aceptar la responsabilidad como estudiante en lo que cabe de que se cometieron errores al no exigir que se hicieran las cosas de diferente manera, tal vez por comodidad, tal vez por pereza y mediocridad.
Al ir una vez más a la comunidad de Chilchotla, Puebla, los resultados fueron diferentes, aunque no se consiguieron una cantidad de datos inmensos, por lo menos fue mucho mejor que no encontrar y no registrar nada. ¿La diferencia? Fácil recurrir a una parte de la comunidad donde sabíamos que la gente antes hablaba náhuatl, así que por lo menos existen personas mayores de 80 años que aún recuerdan la lengua, no obstante, con muchos problemas y deficiencias, ya que esa misma gente dejó de hablar su lengua nativa por necesidad al ser discriminados al hablar una lengua indígena y no el español.
Una cuestión a resaltar es que las personas que aún hablaban el náhuatl se encuentran en zonas muy desplazadas y alejadas del centro municipal y resultan de muy difícil acceso y su economía es muy deplorable y su abastecimiento de agua es mínimo. No obstante, para las personas no significa que sea malo tener este tipo de vida, ellas se las arreglan para mantener su vida en orden y que nunca les falte de que comer, algo que es gracias a su trabajo.
Las experiencias en el trabajo de campo siempre van a ser diferentes, en algunas ocasiones satisfactorias y en otras no. Puede depender de uno de que el resultado sea bueno, pero no necesariamente va a ser así. En ocasiones es por las decisiones que se toman y otras veces dado el contexto de las comunidades en las que se busca trabajar no ayuda mucho para la investigación que se busca hacer. Pero las limitantes siempre van a hacerse presentes, la diferencia puede estar en las decisiones que se toman y como se manejan las situaciones para poder obtener, aunque sea el mínimo o máximo de provecho en las estancias en las comunidades.
Reflexión sobre las experiencias de campo (PAPIME PE406119)
Por Santiago Chávez Acosta (Lic. en Antropología, FCPyS-UNAM, especialidad Lingüística Antropológica)
Considero que ser parte de este proyecto es una buena experiencia tanto profesional como formativa, es una oportunidad de aprender más sobre las distintas actividades que como lingüistas realizamos dentro de nuestra disciplina. Puedo decir que el trabajo de campo es una de las partes que más disfruto, ya que me acerca a realizar una investigación que contempla varias dimensiones que componen la realidad del fenómeno lingüístico. Trabajar en una comunidad me permite entender mejor que es lo que sucede con los hablantes y con la lengua en su contexto.
La comunidad náhuatl donde trabajamos nos mostró la situación por la que la mayoría de las lenguas pasa en la actualidad. Es una lengua que en los últimos años ha perdido vitalidad; principalmente hablada por personas adultas mayores y que no se enseña a las nuevas generaciones, por nombrar algunas características. Por lo tanto, encontramos en un principio, poco interés de la propia comunidad en participar en las actividades de elicitación.
Otro punto que me parece importante mencionar es, que para realizar un trabajo de campo se requiere ser pacientes y constante con las exigencias del momento. A las personas les genera desconfianza el querer participar, cuando ha sido poco el tiempo de conocernos. Esto lo veo como un punto donde el trabajo de campo se podría enfocar, ya que es necesario conocer cuáles son los intereses de la comunidad por su propia lengua y que es lo que esperan del trabajo al finalizarse, para poder cumplir con esto.
Las personas con quienes trabajamos son personas que tienen mas de 60 años. Este es un factor a considerar, puesto que en ocasiones si los instrumentos de elicitación no se entienden o no se encuentran muy familiarizados con ellos, éstos pueden volver la sesiones de trabajo más largas de lo esperado y pueden llegar a cansar a los hablantes.
A medida que logramos hacer más contactos, nos hemos dado cuenta qué hay un interés genuino de los hablantes hacia su lengua. Además, que hay personas que enseñan la lengua a sus hijos, porque la consideran parte de su vida y tiene mucha importancia para ellos. Esto me motiva para continuar realizando trabajos en este lugar.
Considero que esta oportunidad nos ayudó a entender mejor y a diseñar nuevas formas de acercarnos a una comunidad. Como estudiante es muy valioso este tipo de prácticas, y es recomendable que los estudiantes de las nuevas generaciones participen y se involucren en proyectos similares. Las lenguas de México son fascinantes, nos muestran otra forma de entender al mundo y a sus habitantes, y nosotros como investigadores tenemos una oportunidad de contribuir a difundir estas visiones para que no sean olvidadas.
Retos en para la obtención de datos en campo (PAPIME PE406119)
Por Miranda Amairany Flores Cházaro (Lic. en Antropología, FCPyS-UNAM, especialidad Lingüística Antropológica)
Cuando lees los resultados de una investigación lingüística en un libro, una tesis o un artículo, el trabajo de campo queda como un tema subyacente, se habla de la metodología de obtención de los datos y se presenta la etnografía, los estímulos o cuestionarios, no obstante, pocas veces se nos presentan los retos a los que se enfrentó la investigación.
El trabajo de campo comienza con preguntas como las siguientes:
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¿Cuándo podre ir a campo?
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¿A dónde iré a campo?
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¿Qué necesito para ir a campo?
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¿Cómo hare mi campo?
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¿Debo ir a campo primero, o en el caso de haberlo, debo primero trabajar con datos existentes?
Acompañado a todo lo anterior la planeación de campo presenta retos del tipo:
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¿Cómo podré obtener mis datos?
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¿Qué tipo de grabaciones necesitare?
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¿Dónde conseguiré colaboradores?
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¿Qué tipo de estímulo debo ocupar para obtener mis datos?
Una vez que llegas a campo te enfrentas a nuevos retos relacionados con la obtención de datos como:
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¿Quiere la gente trabajar contigo?
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¿Cómo puedes hacer que se interesen en trabajar contigo?
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¿Cuál es el mejor momento y forma para pedirles que trabajen contigo?
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¿Qué metodología es mejor para cada tipo de datos?
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¿Dónde es el mejor espacio para grabar?
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¿Cómo puedo explicarle a la gente por qué es importante grabar esa información?
La planeación anterior representa un reto especialmente difícil cuando se trata de lenguas amenazadas, ya que no hay tantas personas que hablen la lengua, y las pocas personas que hay no necesariamente se sentirán interesadas en lo que estás haciendo o tendrán el tiempo para ayudarte.
No obstante, aunque exista un escenario muy favorable para documentar una lengua, los reto no terminan ahí; ya que registrar una lengua conlleva una serie de retos que no termina con encontrar colaboradores o con acumular horas y horas de grabación, pues aun cuando se tenga éxito en ello, se debe pensar en el tipo de grabaciones que deseas obtener y qué podría obtenerse de cada una de ellas y que no, pues si bien, registrar el habla en contexto nos brinda la oportunidad de trabajar un sinfín de temas, es bueno pensar en documentar varios tipos de grabaciones con una meta y tema de investigación concretos y no sólo la documentación de la lengua, es decir, planear qué tipo de grabaciones nos servirán más para nuestro tema.
Asimismo, otro reto que resolver en campo está relacionado con ¿cómo obtener un determinado tipo de datos?, no siempre los estímulos ya diseñados por otros investigadores en otras o incluso en la misma lengua servirán, los cuestionarios y estímulos funcionan a veces en una lengua y en la otra no, sin importar que los adaptes a veces fallaran, y en ese caso deberas llevar una segunda opción de estímulo/cuestionario para resolver esta problemática en campo. Algunos estímulos/cuestionarios funcionaran incluso dependiendo de la persona a la que se los apliques, de manera que debemos prever mas de una forma de obtener los datos que buscamos. Además, el aplicar más de un estímulo nos brindará una mayor certeza y mayores posibilidades de probar las hipótesis que tenemos.
Una vez resuelto todo lo anterior, vendrá el reto de procesar toda esta información. Sin mencionar que aún falta por analizar toda la información obtenida, de manera que podamos obtener resultados y nuevas hipotesis antes de volver a campo nuevamente, por lo que el proceso anterior se vuelve un ciclo constante en el que las experiencias pasadas sirven como retroalimentación para trabajos futuros, haciendo que los retos disminuyan en cada ocasión. De manera que nunca dejamos de aprender en campo, nos encontramos en un proceso constante de aprendizaje en el que van apareciendo nuevos retos y solucionándose los anteriores.
Y es que una de las pocas certezas que tenemos de campo es que ningún campo va a ser igual a otro, bien decía Geertz (1996) que el campo depende tanto del contexto como de nosotros mismos, y que aun cuando sea la misma comunidad, el tiempo no sola traerá cambios a la comunidad y a la lengua, sino también a uno mismo y a la percepción que tienes de la comunidad y la lengua.
El caso de Chilchotla
Chilchotla es una comunidad repleta de grandes extensiones verdes como otros lugares de la sierra oriental de puebla rodeada de cerros. En Chilchotla como bien mis compañeros dijeron antes de llegar, “en Chilchotla siempre está nublado” hay pocas cosas que coinciden sobre el Chilchotla que me contaron y el Chilchotla que yo conocí. Esto lo atribuyo a la percepción particular de cada persona.
En Chilchotla, llueve bastante y de la lluvia se junta algo de agua para las actividades diarias, en el Chilchotla que conocí el agua falta con frecuencia. Estuvimos ahí a finales de mayo y no tenían agua en la casa desde el puente del 21 de marzo, la gente comparte un pozo donde van a lavar y a traer un poco de agua. Para conseguir el agua suficiente y llevar a cabo las actividades cotidianas como lavar trastes, ir al baño, bañarse, o lavarse las manos tienen que bajar al centro de Chilchotla donde desde una llave fuera del palacio municipal se llenarán de agua los recipientes. Si uno baja en coche o camioneta propia, esta tarea será un tanto más sencillo y te permitirá llevar más agua a casa, de lo contrario tan solo podrás llevar lo que tú y tu familia puedan subir a uno de los taxis colectivos que utiliza la gente que no vive en el pueblo para ir a sus casas.
Ahora bien, el agua para actividades como cocinar, tomar agua, o preparar café se tienen que comprar en garrafones que si no encuentras en la tienda cercana, tendrás que conseguir en el centro.
Desde mi perspectiva las distancias de los barrios al centro de Chilchotla son grandes y yo pensaría que la gente sube y baja al pueblo en auto, no obstante, por el camino vimos a varias personas caminando por lo que puedo decir que hay personas que recorren una gran distancia caminando para ir al centro de Chilchotla.
Y no es que en Chilchotla, Ignacio Zaragoza fuera el único barrio sin agua, otros como Acocomotla llevaban tiempo sin agua. Lo que me hace pensar que los barrios de las afueras son los que sufren más de esta problemática. En Chilchotla hay cascadas, varios ríos que pasan por el lugar, lluvias constantes, pero el agua falta en los barrios (sobre todo en los que se encuentran más lejos del centro) por periodos amplios.
El trabajo de campo en Chilchotla resulto muy distinto a otros sitios, puesto que la lengua se encuentra en un riesgo extremadamente alto de desaparecer, derivado de procesos de discriminación y migración. En el pasado e incluso en la actualidad la gente debe salir de la comunidad para buscar trabajo en Veracruz y la CDMX. Según lo que nos contó el señor Antonio Lascano fuera de Chilchotla solían tratarlos mal por hablar Náhuatl, por lo que decidieron dejar de hablar y no enseñar la lengua a las siguientes generaciones. Debido a esto, actualmente la gran mayoría de los hablantes de náhuatl son adultos de edad avanzada, que decidieron no enseñarlo a generaciones posteriores, y que viven en puntos bastante apartados entre sí, lo cual hace que no usen su lengua y hablen mayormente en español. En las escuelas actualmente a los niños se les enseña vocabulario básico de la lengua, no obstante durante mi estancia nunca vi a un niño que hablara o entendiera la lengua náhuatl en Chilchotla.
Es por esta situación que se necesita urgentemente continuar con la documentación de la lengua de Chilchotla y con un plan emergente de revitalización. La complejidad para encontrar colaboradores en Chilchotla nos brinda información valiosa sobre la situación actual de la lengua. Además, se necesita una estancia prolongada para avanzar en la documentación de la lengua, ya que el que sean personas de edad tan avanzada requiere que la documentación sea una tarea más lenta y urgente.
A futuro, considero que es muy importante realizar un estudio de actitudes lingüísticas en Chilchotla y de acuerdo con los resultados, plantearse un proyecto de revitalización de la lengua, pero por el momento lo urgente es tratar de obtener los mayores datos posibles de la lengua.
Durante el 2019, el proyecto PAPIME PE406119 comenzó a documentar la lengua náhuatl de Chilchotla, con lo que observamos una realidad que pasa en muchas de las lenguas en México. Lejos de ver los retos o dificultades sobre todo lo anterior, para mi fue un aprendizaje invaluable, ya que sin importar cuantas veces puedas escuchar sobre la importancia de la documentación, una vez que lo vives por ti mismo, ese aprendizaje te acompañara para siempre.
Experiencia de documentación lingüística de una lengua en desplazamiento (PAPIME PE406119)
Por Diana Laura Hernández Elizalde (Lic. en Antropología, FCPyS-UNAM, especialidad Lingüística Antropológica)
Desde los primeros semestres de la carrera, los profesores han tratado de familiarizarnos con el trabajo de campo, a partir de sus propias experiencias a lo largo de sus investigaciones, así como de acercarnos a etnografías y hangbooks de antropólogos clásicos y contemporáneos. Sin embargo, el trabajo de campo se presenta de distintas formas para cada investigador, por lo cual, considero que conocer las experiencias directas de antropólogos en formación enriquecen nuestras propias investigaciones.
Al documentar el náhuatl de Chilchotla, yo y mis compañeros nos encontramos con situaciones que nos orillaron a replantear el trabajo de campo, la mayoría de ellas en consecuencia de la situación de desplazamiento de la lenguas – principalmente con finalidades metodológicas. A continuación, menciono algunas reflexiones que surgieron a partir de esta experiencia.
Como he mencionado, la vitalidad en la que se encuentra esta variante del náhuatl es bastante alarmante, de acuerdo con los mismos hablantes – todos ellos mayores de setenta años – el náhuatl es su lengua materna, pero a causa de la discriminación por parte de Estado, las políticas educativas que imponían el español sobre su lengua y la discriminación social dentro y fuera de la comunidad, dicha lengua está por desaparecer. En consecuencia dejaron de hablar la lengua, no sólo cuando salían del pueblo, sino también dentro, además de dejar de enseñarla a sus hijos. Es preciso decir que, este proceso de desplazamiento fue violento para ellos. En este contexto, los hablantes de Náhuatl de Chilchotla son menos de los que decían las Instituciones gubernamentales, se encuentran en las diferentes colonias de la comunidad, lo cual implica que la relación y comunicación entre los hablantes no es constante. Ante esta situación, el objetivo de registrar la lengua en sus múltiples usos se problematizó y nos hizo considerar variantes importantes como el tiempo que empleas para las sesiones – preferiblemente que sean cortas para evitar cansar a las personas de edad avanzada – el tipo de materiales o estímulos – pertinentes para las características de los hablantes -, la planeación del trabajo de campo, y el tiempo que empleas para realizarlo (preferiblemente prolongado).
Una de las reflexiones que quiero destacar es entorno al tiempo que una estancia en campo debe durar: ¿este debe ser largo o debe realizarse en temporadas cortas? Me parece que cada proyecto y cada lengua tiene sus especificidades y el tiempo requerido puede variar para lograr los objetivos y desarrollo del proyecto. Sin embargo, en el caso de este proyecto, realizamos temporadas cortas y distanciadas (por motivos de institucionales), lo cual determinó en la vinculación y creación de relaciones con la comunidad y nahuahablantes, hecho primordial para cualquier antropólogo y lingüista. Por lo que considero, que en el caso de una lengua con este grado de desplazamiento, las estancias prolongadas podrían haber tenido un mejor impacto en la documentación y registro de la misma.
Un último aspecto, que quiero comentar es que constantemente se habla del compromiso y la reciprocidad que se tiene en una comunidad manifestados en múltiples formas, ya sea el regresar a la comunidad y participar en ella hasta compartir fotos, grabaciones y material recopilado a lo largo del trabajo de campo. En nuestro caso y por ahora, nuestro compromiso se ha basado en lo que mencionó antes y ha sido con la familia nahuablantes y sus familiares, que nos ofrecieron vivienda – esperamos, que podamos establecer otras relaciones con más hablantes, autoridades y profesores de la zona.
Reflexión sobre experiencia en trabajo de campo en la Sierra Norte de Puebla, Huitzilan de Serdán
(PAPIME PE406119)
Por Zeltzin Zitlalli Zepeda Bonilla (Lic. en Antropología, FCPyS-UNAM, especialidad Lingüística Antropológica)
Haber realizado una corta estancia en el municipio de Huitizilan fue mi primer experiencia en campo, la realicé medianamente sola y por nueve días; así es como lo recuerdo a primer instancia; pasando a formalidades, fue un 13 de abril que partí junto con mi abuelo Elim Bonilla emprendiendo un viaje de seis horas en transporte para llegar a casa de unos familiares que tenemos.
Para esto, sea necesario señalar que en la comunidad de Huitzilan residen familiares que colaboraron con las diversas entrevistas y demás grabaciones; y fue ésta una de las razones por las cuales decidí viajar hacia allá y tratar de probar mis habilidades en campo y mi intervención con una lengua diferente a la mía.
Fue entonces que decidí documentar en nahúatl de Huitzilan de Serdán la lista de Swadesh, así como anécdotas, cuentos, historias, recetas y demás material que los colaboradores me permitieran grabar, al finalizar mi estancia con ellos pude traer conmigo suficiente material para analizar, pero más que eso, traje conmigo un primer acercamiento a la experiencia que se vive estando en un sitio al que no perteneces.
Sin embargo, desde mi primer día tuve la fortuna de encontrar gente que se interesara por mi objetivo, noté entonces que la gente interesada en preservar su lengua estaba enterada de la situación de vitalidad del nahúatl de su región y preocupados por la poca preservación y difusión entre hablantes, colaboraron siendo el pilar de todos los audios recopilados, con tan pocos días en campo no pude conocer a mucha gente, pero aún así la que conocí fue suficiente para darme cuenta que documentar y tener ese acercamiento a la lengua y la cultura con la gente me resulta lo más gratificante de la lingüística.
Por tanto he de mencionar que una de las limitantes a las que me enfrenté fue el tiempo, claro que no buscaba material específico, pero considero que aunque recabé más de lo que imaginé, tener el tiempo para conocer a la gente y entender la lengua en contexto es imprescindible, pues una estancia más larga permite el desarrollo de un adecuado rapport y por tanto un acercamiento diferente a la lengua, es decir, comprender que la lengua no es un ente que viaja solo, sino un cúmulo de prácticas, conductas, prohibiciones, sensaciones, percepciones, perspectivas, mitos, miedos, anhelos, sabiduría, gritos, danzas, sabores, movimientos, miradas, personas, niños, ancianos, familias: una realidad viviente que respira y tiene necesidades y una voz propia.
En resumen, haber tenido la oportunidad de viajar, conocer gente nueva, regresar a gente conocida y documentar una minúscula parte de la esencia del náhuatl de Huitzilan es indudablemente un hecho que quiero repetir; que me dejó la experiencia de la labor de un lingüista, y el buen sabor que deja estudiar nuestras lenguas nacionales codo a codo con su gente.
Como último punto quisiera agregar un detalle que me reconforta cada vez que pienso en realizar campo, y es que esa salida a Huitizilan no estaba contemplada en mis planes, en realidad surgió por una motivación personal, impulsada por la curiosidad, estructurada por la Profesora Gabriela García Salido y el Profesor Andrés Pérez Pérez quienes en tiempo récord me asesoraron con su experiencia y consejería brindándome las bases de lo que pronto se convertiría en una de las aspiraciones que regirán desde ese momento hasta ahora mis deseos por el estudio, la documentación, difusión y la preservación.
Experiencia y participación dentro del proyecto PAPIME (PE406119): “Nuevas metodologías para la obtención de datos lingüísticos en campo: un acercamiento a la documentación de la lengua Náhuatl del oriente de Puebla”
Por Valeria Chávez Granados (Lic. en Antropología, FCPyS-UNAM, especialidad Lingüística Antropológica)
Considero que poder participar en un proyecto de investigación en cualquier etapa de la carrera universitaria es muy fructífero y nos permite a las estudiantes acercarnos a diversos temas de investigación y poder ayudarnos a definir los temas de interés futuros y nos permiten crear relaciones dentro de nuestras áreas de trabajo y de otras áreas que permitan la interdisciplina.
Pude formar parte de este proyecto mientras cursaba sexto semestre, que coincidió con el inicio de la especialidad en la carrera, por lo que considero que formar parte de este proyecto fue muy interesante para mí, ya que a pesar de la formación interdisciplinar que la carrera de antropología tiene en la UNAM, yo personalmente no había tenido gran acercamiento con la disciplina lingüística y formar parte de este proyecto me permitió hacer trabajo de la disciplina que estudio de primera mano; me permitió familiarizarme con todos los factores que implican llevar a cabo trabajo de campo antropológico en general y lingüística particularmente, y por supuesto aprendí como poder sobrellevar aquellos factores, además de que me permitió aprender acerca de los retos que conllevan desarrollarme en el área de especialización que escogí para trabajar a futuro.
Particularmente, creo que para el desarrollo de este proyecto tuvimos muchos retos, ya que al igual que mucho proyectos tenía una planeación específica la cual no pudo llevarse a cabo de la manera planeada, ya que diversos factores externos hicieron que tuviera que cambiarse la forma de trabajo, además de que tuvimos el reto de trabajar con una lengua con muy pocos hablantes, los cuales eran y son de edades muy avanzadas, situación que generaba que el trabajo con ellos fuera complicado, además de que presentaba un reto para algunas de las participantes del proyecto, quienes no habíamos tenido la responsabilidad de un proyecto así en dónde había que entregar resultados del trabajo que no había resultado como se había planeado; también fue un reto trabajar en un lugar nuevo, donde todas y todos los participantes tuvimos que aprender a establecer las relaciones necesarias para el desarrollo del proyecto, en dónde nos tuvimos que enfrentar a situaciones fuera de nuestro control, relacionadas con el trato con las personas o la relación de las personas con la lengua. Por otro lado creo que el proyecto fue muy productivo para poder crear lazos entre las y los compañeros de carrera, quienes en un futuro seremos colegas y tendremos que trabajar juntos entre nosotros y con otros profesionistas; también nos permitió desarrollar habilidades de trabajo en equipo, así como para poder reflexionar sobre los límites que hay que en el trabajo que tiene que hacerse dentro de la academia, entre colegas y las relaciones que se establecen con las y los colaboradores durante el trabajo de campo y después de este.
Finalmente, de forma personal puedo decir que agradezco la oportunidad de trabajar en este proyecto, en dónde aprendí muchas cosas respecto a la lingüística, conocí a nuevas personas, nuevos lugares y experiencias académicas algunas muy buenas como la escritura, la presentación y defensa de las investigaciones realizadas; y algunas más rudas como las dificultades de ser estudiante.
Experiencia y participación en la comunidad Náhuatl de Chilchotla (PAPIME PE406119)
Por Tania Patricia Santiago López (Lic. en Antropología, FCPyS-UNAM, especialidad Lingüística Antropológica)
Limitantes
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Tiempo: Debido a nuestras actividades escolares y los horarios de estas, las fechas en que podíamos trasladarnos a Chilchotla, no podían ser demasiado largas ni continuas.
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La cantidad de personas que en ocasiones asistimos, dificultaba nuestra estadía, puesto que todos nos quedábamos en una misma casa, teniendo que compartir los espacios y servicios, no sólo entre nosotros, sino con la familia que habitaba en la casa. Esto a veces podía generar inconvenientes (desde mi punto de vista) para la gente que nos hospedaba y, entre más tiempo pasábamos ahí, estos podían aumentar, por ejemplo, la escasez de agua.
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Desconocer la lengua: especialmente en nuestras primeras visitas, pudo haber sido un impedimento para relacionarnos de manera más cercana con las pocas personas que lográbamos encontrar que hablaban el náhuatl o mexicano.
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Desconocer la comunidad (tanto geográficamente, como en cuanto a su historia y su actualidad) representó una limitante, en cuanto a saber en dónde podríamos encontrar más fácilmente hablantes de la lengua, así como empatizar con ellos. De igual manera, esto impedía que nos moviéramos con mayor facilidad por el lugar (sumado a nuestro deseo por no incomodar a la gente de Chilchotla)
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Falta de habilidad-suerte para hallar hablantes, hizo por momentos, torpe y lento, nuestro trabajo para recopilar datos lingüísticos sobre el idioma mexicano.
Consejos a un principiante
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Conoce la lengua (gramática, historia).
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Si está en tus posibilidades, conoce/visita la comunidad antes de proponerte estudiar la(s) lengua(s) habladas en el lugar.
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Tener de antemano contactos, informantes y/o colaboradores, que te reciban, te hospeden y estén dispuestos a compartir su tiempo y conocimientos, así como presentarte con otros miembros de la comunidad, siempre facilita tu estadía y pesquisas lingüísticas.
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Para formar relaciones más plácidas con la gente del lugar, además de obtener investigaciones más completas, aprende los nombres de las personas, sus lazos de parentesco, oficios y gustos, así como datos compartidos por ellos, como historias, nombres de los lugares, entre otros.
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Participa en las actividades de la gente, si es posible
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toma fotos
Motivaciones
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Aprender a elicitar/documentar una lengua.
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Proporcionar información sobre una lengua en riesgo de desaparecer.
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Conocer los retos de hacer campo en un lugar poco (o nada) trabajado.
Retos
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Adaptarse a las condiciones de la comunidad (por ejemplo, la escasez de servicios).
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Adaptarse y participar de las costumbres de la comunidad (por ejemplo, la comida y las festividades).
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Explicar de forma entendible y certera a las personas de Chilchotla, cuál era el motivo de nuestra presencia ahí y de nuestro interés en la lengua náhuatl.
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Encontrar hablantes de mexicano, capaces y deseosos de colaborar con nosotros.
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Trabajar con personas mayores, que en los casos que vimos, eran los más fluidos en la lengua, pero se cansaban más rápido, olvidaban palabras o tenían dificultades físicas (como problemas de audición) que complicaban su participación en nuestras averiguaciones.
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Escaso conocimiento de las condiciones históricas de Chilchotla, para comprender las circunstancias y procesos actuales que se viven ahí, para comprender las razones de que la lengua esté siendo reemplazada por el español.
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Escuchar y ser testigos de historias de vida difíciles y tristes, a lo largo de nuestra convivencia, por parte de personas con las que me encariñé.
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Aunque en ningún caso las participantes mujeres fuimos obligadas a realizar determinadas actividades con las personas que conocimos en Chilchotla, desde mi punto de vista, sí se esperaba (y en ocasiones lo hicimos, sin mayor inconveniente o molestia) que colaborásemos en actividades relacionadas con la cocina. Además, las bromas y comentarios sobre nuestro estado civil no faltaron, aunque en ningún momento fueron groseros o irrespetuosos. Sin embargo, pienso que dependiendo de las situaciones específicas de cada compañera, estas cuestiones podrían ser vistas como retos a superar (y no sólo en esta comunidad en particular).
Situación de la lengua/comunidad
Según mis observaciones, Chilchotla, en específico, Ignacio Zaragoza, es una comunidad con mucha migración por falta o escasez de oportunidades laborales, de difícil acceso a la educación, con gran cantidad de personas dedicadas a realizar trabajos precarizados, así como de difícil acceso al agua, a la luz (y según algunos comentarios escuchados, también a servicios de salud).
En cuanto a la lengua, es hablada sólo por adultos en los casos constatados. Según lo visto, los adultos de menos de 50 años, son casi siempre hablantes pasivos. Nunca vimos hablantes de menos de 30 años (aproximadamente). Tampoco hallamos hablantes monolingües de mexicano.
Reflexión sobre las de experiencias de campo
Por Alejandro Sánchez Cancino (Lic. en Antropología, FCPyS-UNAM, especialidad Lingüística Antropológica)
Durante el año 2019 tuve la oportunidad de tener algunos acercamientos al trabajo de campo antropológico y lingüístico. Dos fueron los principales trabajos realizados durante dicho periodo que podríamos considerar propiamente lingüístico-antropológicos. Cabe señalar que ambos proyectos fueron realizados, en principio, para la evaluación de la materia de Métodos y técnicas socio antropológicas II que corresponde al quinto semestre de la carrera de Antropología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) de la que soy estudiante.
El primero fueron las primeras visitas realizadas por mi cuenta en la comunidad de Santa Ana Tlacotenco en la alcaldía Milpa Alta de la Ciudad de México, en donde buscaba describir y dar cuenta de una disputa en torno a la lengua náhuatl de la comunidad. En este trabajo decidí abordar el fenómeno a partir de algunas propuestas en torno a las ideologías lingüísticas.
A pesar de haber realizado algunas entrevistas, el proceso que trato de describir está lejos de ser satisfactoriamente abordado. Por el momento cuento con algunos datos que pueden guiarme a realizar una investigación mucho más profunda y esquematizada que incluso puede fungir como proyecto de tesis de licenciatura.
La siguiente experiencia fue la llevada a cabo en Chiapas durante diciembre de 2019. Enmarcada en las prácticas de campo de la materia de marras, tuve la oportunidad de participar en una práctica de documentación lingüística que consistió en realización de entrevistas en cuatro localidades diferentes. En compañía y asesoramiento con el equipo de lingüística del Centro de Investigaciones Multidisciplinarias sobre Chiapas y la Frontera Sur (CIMSUR-UNAM) dirigido por el Dr. Juan Jesús Vázquez acudimos a las comunidades de las Margaritas, Saltillo, Oxchuc y Huixtán para la realización de entrevistas que tenían como fin la aplicación de la lista de Swadesh, así como el registro de alguna narración en la lengua local.
En total registramos seis entrevistas por cada hablante, las cuales constaron de la aplicación de la lista antes mencionada y el registro de alguna narración. Las lenguas trabajadas fueron tres: tojolab’al de las Margaritas y Saltillo; tzeltal de Oxchuc y tsotsil de Huixtán. Posteriormente a los recorridos tuvimos una sesión en las instalaciones del CIMSUR de análisis, transcripción y esquematización de los datos lingüísticos registrados. Fue ahí donde nos percatamos de la importancia de un registro adecuado y de calidad de dichos datos pues si éstos son inaudibles o ilegibles resultan inútiles, lo cual se traduce en tiempo, recursos y esfuerzo gastados en vano.
Finalmente, como parte del proyecto PAPIME “Nuevas metodologías para la obtención de datos lingüísticos en campo: un acercamiento a la documentación de la lengua Náhuatl del oriente de Puebla” (DGAPA-UNAM-PE406119), dirigido por la Dra. Gabriela García Salido participé en la elaboración de un artículo próximo a publicarse titulado “El semáforo está en rojo”.
Considero que las reflexiones vertidas en dicho escrito son de suma importancia pues no sólo reflejan algunas de las preocupaciones que como estudiantes y docentes tenemos en torno al quehacer lingüístico, sino que también abonan a la reflexión crítica del futuro de la disciplina en un país con una fuerte crisis de la diversidad lingüística. Si bien algunas posiciones pueden no estar exentas de polémica, creo que es necesario un poner a discusión algunas de las maneras en que se realiza el trabajo lingüístico.
Agradezco la oportunidad de participar en dicho proyecto pues me permitió empezar a sumergirme en dichas reflexiones (tan necesarias en estos momentos) y a marcar pautas para mi futuro quehacer profesional. Siempre es grato trabajar con equipos abiertos al debate y a la inclusión de miradas diversas.
Experiencias de trabajo de campo (PAPIME PE406119)
Por Nina González (Lic. en Antropología, FCPyS-UNAM, especialidad Antropología Social)
El trabajo de campo de una estudiante de licenciatura no es amplio, aún así he tenido la suerte de tener algunas experiencias. Ellas han sido posibles gracias a los maestros que he tenido a los largo de mi formación profesional y de las personas en distintos lugares que han aceptado a estudiantes inmiscuyéndose en sus vidas. Entre las prácticas que he realizado están dos con una duración de10 días en la población de Tziscao en Chiapas, varias pequeñas en la Ciudad de México y una estancia de un mes en la sierra Mixteca oaxaqueña, en San Miguel el Grande, Tlaxiaco. Sumando un total, más o menos, de mes y medio de campo en áreas rurales y solamente algunos días en zona urbana. Con estas prácticas he aprendido diversos aspectos del trabajo de campo y el antropológico así como de mí misma.
Me parece que para abordar estos aprendizajes la mejor manera es dividirlos en las condiciones de cada trabajo, las motivaciones en cada caso, los retos y limitaciones a los que me he visto enfrentada. Finalmente, tratar de condensar los aprendizajes y poder dar algunas recomendaciones basadas en mi experiencia.
Las prácticas en la Ciudad de México fueron las primeras que hice durante la licenciatura. Ahí fue el primer momento en el cual me vi confrontada con el campo. Siento que fue la etapa más difícil porque me sentí perdida lo que me generó un poco de angustia, no tenía idea de lo que estaba haciendo y por lo tanto no pude platicar con muchas personas, no sabía cómo entablar conversaciones ni qué preguntarles. No tenía ningún objetivo. Además todo me parecía tan familiar que el proceso de extrañamiento me resultó complicado, obvié muchas situaciones. En esas prácticas mi motivación principal era salir a campo, algo de lo que los maestros habían hablado mucho como el punto clave de la antropología y yo no había podido hacerlo.
En las siguientes prácticas, las de Chiapas, llegué con una idea muy clara y delimitada de lo que quería hacer. Estaba muy emocionada porque era un tema que me gustaba mucho, iba a conocer un lugar y personas nuevas, salía de mi contexto cotidiano para aprender en la práctica no solo en el aula. Había buscado información acerca del lugar al que íbamos por lo que ya no me sentía tan perdida aunque se tratara de un lugar que no conocía, tenía algunas referencias de lo que pasaba allá entonces la plática con las personas se daba mucho más fácil.
El problema que tuve en Tziscao fue que llegué con una idea tan delimitada a priori que no era realizable, el contexto no se prestaba para trabajo lo que yo quería hacer, en gran parte porque no lo conocía por experiencia propia. Tuve que cambiarlo y adaptarlo a lo que iba viviendo en el momento. Fue allí donde comencé a trabajar con los niños y niñas de la comunidad, fueron relaciones que se establecieron de forma sencilla y relativamente rápidas. Me percaté que en realidad era buena para jugar con ellos y ellas, así como para platicar y escuchar realidades infantiles. Pero fue un trabajo de tan solo 10 días, no logré hacer algo con un poco más de profundidad como me habría gustado.
Finalmente, la práctica de un mes en San Miguel el Grande fue el momento en el cual aprendí más. Allá trabajé directamente con los niños y niñas de dos primarias, algo que seguiré haciendo para la tesis. Hice lecturas previas para entender un poco el panorama de a dónde llegaba pero no llegué con ningún tema claro para investigar, solamente con la idea de trabajo con niños y niñas en las escuelas ya que se trata de lugares en los cuales se les puede encontrar fácilmente. Ciertas ideas de lo que podría trabajar en la tesis fueron surgiendo allá a partir de mis experiencias y de las pláticas que tenía con los infantes u otras personas.
Ahí me di cuenta que soy buena haciendo plática, acercándome a las personas de tal forma en que genero confianza, no me cuesta tanto trabajo estar lejos de casa, pensé mucho en mi posición como persona y como antropóloga, etc. Pero también logré ver que me cuesta trabajo mantener relaciones a larga distancia y buscar a personas solo para seguir con el vínculo, un punto que tendré que trabajar a lo largo de mi vida. O que muchas veces tomo situaciones que le suceden a otras personas tan cercanas como si fuesen mías y resulta doloroso, otro punto a trabajar para poder protegerme a mí misma.
Otro punto que aprendí en San Miguel fue sobre el extrañamiento y la familiarización, la práctica la hice junto con una amiga que se encuentra de intercambio en México pero viene de Francia. Ella me hizo notar muchas cosas que yo daba por sentado, entre ellas algunos aspectos de las formas de relación entre hombre y mujeres; yo creía que mi nivel de extrañamiento era bastante alto. Además junto con ella logré construir relaciones bastante cercanas con las personas de la comunidad, aunque nos pareció al final que un mes era poco tiempo para desarrollarlas, al final la confianza se construye con el tiempo.
En resumidas cuentas, mis pocas experiencias de trabajo de campo me han enseñado entre otras cosas a que no se puede definir por completo un tema de investigación a priori, es necesario ir al lugar y ver qué cosas surgen en el camino. Sirve tener al menos una idea de los intereses que una tiene para ver si se puede encontrar algo por ahí, así como leer un poco del contexto para saber un poco de lo que sucede en el lugar. No obstante, cabe aclarar que esos primeros días en los cuales no se entienden muchas situaciones sirven para extrañarse ante lo que sucede, porque esos sucesos y contextos después se vuelven familiares.
En cada lugar las formas de relacionarse son diferentes y además se trata de personas distintas en cada sitio. Una puede pensar que sabe o maneja algo pero es necesario llegar con una actitud humilde y abierta al aprendizaje así como a que la cuestionen, de lo contrario ¿para qué salir de casa?
Experiencias de trabajo de campo (PAPIIT IA401619)
Por Axayacatl Medina Rosas[1] (Lic. en Antropología, FCPyS-UNAM, especialidad Arqueología)